viernes, 29 de junio de 2012

Mi Lobo


Ahora sentado en la arena de la playa en la orilla, mirando a la Luna al atardecer, me da la sensación que quizá sea mejor así.
Me fijo en ella, tiene ese resplandor, esa magia  y parece despertar al lobo solitario que hay en mi, la espalda me arde donde hace unos años me lo tatué. Parece que quiere salir, ahora con mayor fuerza que nunca, creo que es mi instinto, lo más profundo de mi y me dice que ella no me conviene, que estoy mejor así, solo conmigo mismo. Él es el egoísta, el que solo piensa en mí, el que me ayuda cuando el corazón se pone pesado y quiere ir por un camino equivocado.

Me ha pasado una pareja por delante cogida de la mano y el Corazón me recuerda que no hace 24 horas estaba yo paseando de la misma forma, la Mente me dice que era real, que los dos lo vivimos y fue maravilloso... y el Lobo me dice que han estado jugando conmigo, que tenía que haber escuchado a las personas que me lo advirtieron. Pero nunca le hago caso, aún sabiendo que me equivoco quiero intentarlo y demostrarle que a veces no tiene razón.
Y aunque aquí estoy con mi lobo, no estoy hundido, sigo a flote mirando la Luna.
Noto los latidos del corazón y siento un desgarro en el tatuaje, que hace que haga una mueca de dolor.

     - Si mañana se acabara el mundo, con quién querrías pasar esta última noche?

El lobo me rodea y se tumba delante de mi, a mis pies y me observa con esos preciosos ojos grises esperando respuesta. Le miro y seguidamente levanto la vista y contemplo la Luna. Me pierdo dentro de ella por unos instantes, aún no es luna llena pero está hermosa, de color plata.

      - Es ella la que ves en la Luna?

Se me saltan las lágrimas y bajo la cabeza. Caen dos gotas en la arena, haciendo dos pequeños cráteres.

     - No hace falta que digas nada, ya me has contestado, querido amigo.

El lobo se levanta y me lame las mejillas, es el que más me quiere pero sabe que he hecho bien aunque nunca me dará la razón. Él cuida de mi, pero soy yo quien tiene que aprender. Me mira de nuevo y vuelve a mi espalda dando otro rodeo, como si buscara el mejor sitio para entrar haciéndome el menor daño posible.
Me toco la espalda y miro mi mano manchada de sangre, no duele nada solo molesta.

Mi lobo vuelve a estar en mi espalda, aullando a la luna apoyado en el tribal, vigilando que no vuelva a meter la pata, mientras yo miro el mar.

lunes, 25 de junio de 2012

Miré por el retrovisor detrás de mí


"Era una fría tarde de invierno, los árboles se movían con una brisa helada y se amontonaba la nieve en los bordes de la carretera. Conducía hacia casa de mi madre que estaba a varios kilómetros de la ciudad, saliendo por la comarcal hacia el pueblo.
Me fijé que iba en reserva así que me paré en la gasolinera que había justo antes de la salida hacia el pueblo, era de esas autoservicio y no había mucha gente. Me acerqué a la ventanilla y le dije al chico que quería llenar el depósito. Era un jovencito atractivo, alto, rubio y ojos claros, tenía barba de dos días y un lunar en la mejilla. Le eché dieciocho, no creo que tuviera más, llevaba la ropa de la gasolinera y dibujaba en un post-it líneas y garabatos mientras hablaba por teléfono. Al verme me sonrió, tenía una dentadura perfecta y blanca, le devolví la sonrisa y salí fuera a poner gasolina. Cogí la manguera de 95 octanos y tarde unos 3 minutos en tenerlo lleno. Abrí la puerta y cogí el bolso, era uno que me compró mi marido en los chinos, no era de calidad pero me encantaba el diseño. Fui corriendo hacia el chico, que ya había terminado de hablar. Noté que me prestaba demasiada atención e intentaba sacarme los colores haciéndome cumplidos y algún que otro piropo, ese joven era todo un seductor y no le faltarían mujeres que enredar. Logré sacarle un pastelito de grasas saturadas, tenía hambre y no le iba a salir gratis ese descaro de ligón de playa. Me despedí con una sonrisa traviesa mientras abría el pastelito y le metí un bocado, salí fuera y volví a correr hacia el coche. Dejé el envoltorio dentro del bolso, arranqué y salí hacia la carretera. Encendí la radio y metí una cinta de cassette de Roxette, puse el volumen a tope y fui a ajustar el retrovisor cuando vi unos ojos grandes que me miraron.
Era un hombre de unos cuarenta años, vestía una gabardina marrón y llevaba una gorra tipo boina, marrón también. Pegué un grito y el coche se me fue un poco al arcén pero enseguida pude controlarlo. El hombre tenía unos ojos grises fríos como el hielo, notaba la presión de su mirada clavándose en mi nuca. Le fui a preguntar que hacía ahí detrás pero me cortó diciéndome: "Tú conduce". Me callé y continué por la carretera, la canción que estaba sonando era la de "Sleeping in my car", que habla de tener relaciones en el asiento de atrás del coche, aquello me puso nerviosa. Volví a mirar por el retrovisor y me di cuenta que los bolsillos de la gabardina los tenía llenos de dinero, quise pensar que lo único que quería era que lo llevara a algún sitio y entonces me dejaría tranquila, pero seguía conduciendo hacia ninguna parte. 
El sol se estaba poniendo y ya no había mucha luz, los árboles parecían una pared oscura y empezaba a caer unos copos finos de nieve. Habíamos hecho ya bastantes kilómetros, me hizo coger un desvío por un camino de piedra y nos empezamos a adentrar en un espeso bosque cuando me ordenó que parase. Hacía rato que se terminó la música y solo se escuchaba el zumbido de los altavoces, paré el coche y empecé a temblar. Me hizo salir y me empujó al suelo, caí de espaldas y me clavé las piedras, las luces del coche me daban en la cara, pude ver como se acercó a mi y sacó una pistola de la chaqueta. La vi a contraluz mientras me apuntaba a la cara y me dije que iba a morir."

Me da mucha satisfacción ver como te hago llorar, así que me inventé esta historia porque llamar tu atención me hace sonreir.

Nunca miré hacia arriba ni aparecía en el espejo detrás de mí.

miércoles, 20 de junio de 2012

Sueños (III): El paseo


Fuimos hasta el parque, iba con la mano en tu nuca, dándote pequeños masajes con los dedos, eso te encantaba. Llevabas una coleta alta que te dejaba visible el cuello, tu pelo enmarañado tenia un color más oscuro en la raíz, necesitabas urgentemente unas mechas pero a mí me encantaba. Ibas con una camiseta blanca, con una molesta cremallera amarilla detrás que se abría unos 10 centímetros; unos pantalones azules de esos cortos sin piernas, no sé como se llaman ese tipo de pantalones; y unas chanclas baratas de color negro.
Entramos en la explanada buscando algún lugar apartado y sin sombra, seguimos un camino de piedras hasta que nos cansamos de andar y encontramos un hueco a la medio sombra con una roca que nos haría de respaldo. Extendiste las toallas de la playa, el suelo estaba lleno de hojas de pino y piedrecitas, pero te quedó bastante cómodo. Nos sentamos en el suelo y sacamos la ensalada que preparé media hora antes; le puse lechuga, col lombarda, queso, trocitos de jamon serrano, aceitunas, maíz y tomate. También le eché bálsamo de vinagre de módena, le daba un gusto acido-dulce muy logrado.
Comimos mientras hablamos de nuestras cosas, unas más alegres que otras, nos pusimos al día de todo: trabajo, familia ... menos de amor, ninguno de los dos estaba preparado para eso. 
Te dije: "lo que no hemos hecho antes de novios, lo hacemos ahora de amigos" y te echaste a llorar como si hubiera sido yo quien te dejó hace un año y algo atrás. Enseguida te di un abrazo sabiendo que lo curan todo y al rato seguiste comiendo.
Al terminar te tumbaste y te tapaste los ojos con el brazo protegiéndote del sol, era un día nublado pero había bastante claridad, hacía bochorno y demasiada humedad. Te toqué el pelo y me dijiste que te dormirías, así que no paré hasta que oí tu fuerte respiración. Me quedé embobado mirándote la cara, como había hecho muchas veces tiempo atrás, mi dulce carita de ángel. Me entraron ganas de besarte, probar otra vez el sabor de tu boca, pero no sería justo para nadie así que seguí mirándote hasta que abristes un ojo y sonreíste.
Me despertó la alarma del movil, hacía tiempo que no lo hacía, siempre me levantaba antes, apagué la alarma. Me quedé mirando al techo un rato, sorprendido de que mi corazón estuviera latiendo. Ya no estaba roto. Era la primera vez que lo oía desde hace mucho tiempo. Ya estaba curado porque cuando abrí los ojos pensé en otra chica. 

Otra chica, que me lo volverá a romper en breve de nuevo.

domingo, 17 de junio de 2012

Reflexión (I): El Destino

"Es curioso como el amargo destino juega con nosotros como si fueramos marionetas mientras intentamos cambiarlo; aunque siempre lo vea muy fácil, mi experiencia me dice que eso es imposible."

lunes, 11 de junio de 2012

Cuidándote

 
"Despacito cuando tú dormías
ella te hablaba, te preguntaba, te protegía.

Ella prometió darte todo
pero sólo pudo darte lo que tuvo.
Para ti lo más hermoso
era amanecer junto a sus ojos
iluminando el mundo.

Pero los pájaros no pueden ser enjaulados
porque ellos son del cielo, ellos son del aire 
y su amor es demasiado grande para coartarlo.

Volaste alrededor de la luna con ella, 
le pediste que nunca se fuera 
y ella respondió: 
"mi amor siempre estará cuidándote".

Y la dejaste volar 
y tus ojos lloraron hasta doler, 
pero sólo tú sabías 
que así tenía que ser."

Después de varias semanas arriba, volvemos a estar abajo. Mañana subo de nuevo.

martes, 5 de junio de 2012

Una locura por Catherine



Con el rollo de las mudanzas pasa que cosas que no sabías donde estaban o que creías que habías perdido aparecen por arte de magia. Aun habiendo pasado más de un año todavía tengo cajas sin abrir de esa mudanza forzada. Rebuscando por alguna encontré esos álbumes donde se metían las fotos, cuando se todavía se revelaban, de cuando hice el servicio militar. Ojeando vi unas donde estaba con mis compañeros de mi reemplazo en la playa y luego salimos por la zona de zorreo en Magalluf.
En seguida me vino el recuerdo de la primera locura que hice por una chica. No fue amor, no dio tiempo a eso, pero fue algo que lo recuerdo con cariño porque me salió bien y digamos que la vida me dio una valiosa lección.
Tenía una foto de ella que desapareció misteriosamente, supongo que algún día la encontraré y quizá la ponga aquí y actualice esta foto... o quizá no.

Fue el verano de 1999, en la playa de Palmanova, era ya de noche y si no recuerdo mal había un concierto-fiesta de los 40 principales a pie de playa. Recuerdo que había mucha gente, la mayoría ingleses de los hoteles cercanos. Allí me fijé en una chica, era inglesa de pelo rubio, largo y lacio; alta, delgada y con unos ojos azules preciosos, no recuerdo como se llamaba así que la llamaré Catherine.
No sé realmente porque se fijó en mí, pero le sonreí y me devolvió la sonrisa. Ella se acercó con un "yuspitinglis" y le contesté que no. Como yo en esa época no entendía ni papa pues tuvimos que comunicarnos con signos y medias palabras pero, no sé cómo, nos entendimos.
Pasamos un buen rato bailando (intentándolo) y luego fuimos directos al cañón de espuma; como me gustaría volver a repetir una fiesta de espuma!
Lo pasamos genial y nos reímos mucho, nos hicimos una foto sonrientes, acabamos mojaditos y con espuma por todo.
Cuando acabó el concierto nos sentamos en la arena, bajo una sombrilla de esas hechas de esparto. Ya quedaba poca gente en la playa, seguramente se irían a las discos a terminar de alcoholizarse. Intentamos entendernos por señas de donde vivía, que hacía en Mallorca y esas cosas. Entendí que estaba de vacaciones con sus padres y vivían en la urbanización "El Toro" cerca de Santa Ponça. Ella tenía 17 años pero aparentaba algunos más que yo; en ese entonces yo tendría 20. Me dijo también que su padre la venía a buscar y si me apetecía quedar con ella el día siguiente allí mismo. Era la primera vez que iba a quedar con una chica así que aunque no la entendiera un carajo no iba a desaprovechar la oportunidad.
Un coche pitó a lo lejos y ella se levantó, nos despedimos con dos besos y la vi alejarse. Antes de entrar al coche se giró y me sonrió. Quedamos a las 4 en la parada del bus.

Hay personas que no les cuesta ver el interior de la gente, ven a alguien y saben al momento si vale la pena o no, creo que Catherine era una de ellas.

Esa noche no dormí mucho por los nervios y al día siguiente cogí el bus para subir a Palmanova. El problema es que se retrasó un poco y cuando llegué a la playa Catherine no estaba, llegué 15 minutos tarde.
Hacía un sol y un calor de espanto y me encontré sólo y sin saber que hacer; en esos tiempos empezaban a salir los móviles pero todavía no era algo común, por lo que todavía no tenía. (Que tiempos ...)
Estuve un rato pensando y me vino a la cabeza que ella estaba en El Toro ... era una locura ir hasta allí, no sabía la calle, ¿iba a ir puerta a puerta preguntando por ella?
Ya se me ocurriría algo una vez allí, pero estaba dispuesto a pedirle disculpas por llegar tarde, era lo único que quería; no pensé en ningún momento que no la encontraría, me fui andando hasta El Toro seguro de que la vería de nuevo.

Ahí empezó mi caminata, llevaba un mapa encima, de esos que te los dan en información al turista así que intenté ir bordeando la costa, pero llegó un punto que no pude seguir, así que me puse a cruzar un descampado y tirar por la carretera. Pasé por donde estaba el Aquapark y "El Dorado" (ahora Western Park), cogí una rotonda y seguí las indicaciones hasta que llegué a la carretera principal. Caminé y caminé con ese sol y me paré, ya llegando, cerca de una parada de autobús a descansar. Llevaba cerca de dos horas caminando sin parar ni un segundo, perdiéndome y tomando caminos equivocados, así que lo merecía. Me senté en el suelo y bebí agua de la botella que me compré en algún sitio; en ese momento ya no tenía tan claro encontrarla y pensé en coger ese autobús que se pararía a 3 metros de mi para llevarme a casa.

Entonces alcé la vista, venía un coche de alta gama, un Mercedes seguramente, negro, grande, y al pasar la vi. Estaba sentada en la parte de atrás del mercedes y cuando nos cruzamos nuestras miradas se encontraron, me levanté lentamente mientras se alejaba y de repente el coche frenó y se paró en el arcén. Me acerqué y Catherine salió del coche con cara de incredulidad, su cara preguntaba si era yo el que estaba allí. Le expliqué que el bus llegó tarde y que me perdonara, no quería que pensara que la dejé plantada, no recuerdo que me dijo ella, no recuerdo mucho más tampoco. Sé que nos despedimos, me dio dos besos, se metió en el coche de nuevo y esa fue la última vez que la vi.

Un vez me preguntaron, en una de esas conversaciones de besugos, que si pudiese elegir un poder, uno solo, que con cual me quedaría. Me gustaría poder viajar en el tiempo, como hacía Hiro Nakamura en "Heroes". Sería maravilloso revivir muchos momentos pasados que ahora no recuerdo con claridad. Sería maravilloso viajar a aquel día y decirle a Catherine que 13 años más tarde todavía me acordaría de ella y de mi pequeña aventura, que no la olvidaría porque me enseñó que podemos conseguir lo que queramos si ponemos en ello el cien por cien de nosotros.

Que lo que hizo que encontrara a Catherine no fue Dios, ni el destino, ni Cupido, ni la suerte: fui yo.

- Actualización 19/06/2012:
        Encontré la foto. :)