"La resiliencia es como la historia de un navegante, un navegante como cada uno de nosotros que tiene firme su proyecto de vida. Y que a pesar de los pocos recursos los aprovecha a favor de otros limitando a veces su propio bienestar.
Pero se preguntarán por qué un marinero no tiene agua? Porque en ese lugar ya no hay agua. Hay montañas de arena que no detuvieron al navegante. Confiado en alcanzar su sueño ha modificado sus medios aprovechando su creatividad para afrontar ese medio hostil.
Ha atravesado kilómetros de adversidad guiándose por las estrellas y por sus afectos. Sabe que poco a poco su reserva se agota y su destino se aleja, pero confiado en que encontrará esa señal mantiene su fe en el horizonte.
Pero los malos vientos son presagio de crisis y problemas que pueden poner en riesgo nuestra meta y afectarnos en gran medida. El temor y la incertidumbre pueden hacernos presa fácilmente y es cuando las fuerzas parecen desfallecer.
Y entonces surge la disyuntiva, ¿me salvo yo o salvo al más desprotegido?.
¿¡Y porque no salvarnos todos!?
Pero la vida es dura y debe de ser un sueño porque no somos invulnerables, tenemos un límite y sabemos que las gaviotas indican que está cerca el mar, pero también que los grandes frecuentemente se aprovechan de los chicos. Y por unos oportunistas, no dejarás que tus afectos se vayan, o si?
Porque cuando tomamos la vida en nuestras manos el compromiso crece, la responsabilidad aumenta y nuestros sueños se vuelven imperativos. Y volverá a suceder que te sientes desesperado y frustrado.
Afortunadamente siempre existe la promesa de la esperanza humana que dice que si las cosas no están bien es porque seguramente no es el final, porque al final las cosas siempre serán mejores y la vida de una u otra manera te recompensará a ti y a los tuyos, quienes se sentirán libres y seguramente ahora ellos te impulsarán a seguir adelante, porque ahora sólo falta que tú emerjas y le digas a la vida: yo soy y aquí estoy.”
VI Congreso Resiliencia México 2010
