Era por la mañana, por la cortina se filtraban los rayos del sol y a trasluz se podían ver las motitas de polvo que bailaban jugetonas.
Yo estaba en la cama estirado, cegado por la luz e intentando abrir un
ojo legañoso. Me faltaba la parte de arriba del pijama, hacía un pelín de fresco por lo que me tapé enseguida. Toda la habitación era blanca, las mesitas
de noche y el armario tenían un color brillante, había un extraño
resplandor que emanaba de las paredes, parecía que estaba en el cielo.
Alcé la vista y ahí estabas tú, de pie en la cocina, vestida con la
camisa blanca que me regalaste en día que cumplí los 35. No llevabas los
pantalones, por lo que la camisa te tapaba lo justo para que mi mente
se pusiera a trabajar. Enseguida te diste cuenta que te miraba, giraste
la cabeza y tu pelo hizo un movimiento gracioso, el flequillo te tapó la
cara y tuviste que soplar fuerte para despejarte la vista.
"Buenos
días cariño" me dijiste dejando un vaso lleno de un líquido rojo oscuro
encima de la mesa y te acercaste con pasos sensuales. Trepaste por
encima de la cama y me plantaste un beso con sabor a frambuesa en la
boca. Me regalaste una amplia sonrisa y te acurrucaste encima de mi
pecho, te gustaba dormirte escuchando el latir de mi corazón. Tu pelo
dorado desprendía una fragancia suave con olor a flores, tus mejillas
tenían ese color rojizo que se te ponía cuando empezaba la primavera y
te veía la cicatriz en el pie de cuando aquel día te caíste en la
piscina. Te abracé y deseé que ese momento no acabara nunca, no me moví y
me quedé dormido escuchando tu respiración...
Cuando desperté estaba todo oscuro, me agaché y miré la hora en el móvil: 6:28 am. Me giré y no había nadie, no escuché nada, volvía a estar otra vez solo en mi cuarto.
Quién sabe si es un sueño premonitorio o quién sabe si más allá de la vida que nosotros conocemos pueda existir algo así.
Quizá sea una tontería o tal vez tenga algún sentido oculto que no se descifrar.
Recuerdo que me sentía muy feliz, más de lo que había sido nunca antes.
Todo era perfecto sólo que esa no era mi casa, esa no eras tú y todavía mi corazón sigue sin poder latir.
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