Abrí un ojo y pude ver el asfalto pegado a mi cara manchado de sangre, cientos de cristales de colores esparcidos por el suelo, un coche empotrado y gente que salía de él con las manos en la cabeza. Lo veía todo borroso y a veces perdía momentáneamente la visión. No noté el casco en mi cabeza, por lo que supuse que lo perdí en el momento de impactar contra el suelo. En ese momento no sentía dolor ninguno, pero sabía perfectamente que algo no iba bien y que no tardaría en irme. Vi como la gente gritaba e intentaba hablarme, podía oír pero el sonido estaba como amortiguado y acompañado con un ligero zumbido en las sienes; me daba igual todo y no intenté siquiera decir nada, sentía la boca mojada y con un sabor a óxido.
Alguien me puso boca arriba, con lo que me atraganté y comencé a toser sangre, empezaron a dolerme todos los huesos del cuerpo pero sobretodo las costillas y el pecho.
Era una chica hermosa rubia que estaba llorando y me decía algo que no logré entender, parecía como si me conociera pero no la recordaba. En ese instante vi sus maravillosos ojos de color azul claro intenso y me quedé un rato mirándolos, perdido en ellos. Me pregunté quien sería ella, si realmente me conocía, si era alguien que pasaba por ahí, mi amiga, mi novia, mi mujer ... el asfalto ardía, me quemaba los brazos y me costaba respirar.
Creí leer en sus labios "No me dejes ..." y de repente se hizo todo oscuro, ella desapareció y yo también.
No veía nada, tampoco sentía dolor ni molestia alguna, estaba increíblemente bien. Me encontraba de pie con la misma ropa que llevaba, pero limpia, sin desgarros ni sangre. Era como un pasillo larguísimo oscuro y muy al fondo una luz blanca, un puntito que casi no se veía, pero que ahí estaba. Empecé a caminar hacia la luz y a medida que avanzaba iba recordando momentos de mi vida, de mi pasado, los buenos y malos momentos que he tenido. Los recordaba con toda claridad, parecía un vídeo donde puedes observar hasta el más mínimo detalle. Todas las fiestas de cumpleaños, mi paso por el colegio, las vacaciones en Águilas (Murcia), la chica que me enamoré en el instituto y no me atreví nunca a decírselo, los maravillosos momentos de cuando hice "la mili", mis inicios trabajando, mi vida de enamorado, el caos de después, los errores que cometí ... todo estaba en ese vídeo. Como si estuviera mirando el "Show de Truman" pero siendo yo el protagonista.
Me dio rabia no haberme podido despedir de mucha gente, mi familia, algunos amigos y personas especiales que quiero mucho, pero ya era demasiado tarde. Miré hacia atrás pero solo veía negro, así que seguí caminando con paso firme.
La luz se iba haciendo cada vez mas grande, estaba emocionado, ansioso por llegar. Es un lugar donde nadie a vuelto para contarlo y quería saber que me esperaba. Pensaba si podría ver de nuevo a las personas que se fueron, sería emocionante poder volver a escuchar las historias de mis abuelos, poder vivir en otro sitio y de otra forma, poder explicarle a mi hijo porqué no nació... Quería saber si había un dios o varios o ninguno; si podría ver el mundo y a las personas que quisiera en alguna tele, por ejemplo, sentado en un sillón; si podría ser un ángel de la guarda. Me encantaría tener el poder de proteger a alguien desde aquí y siempre he sabido quien sería. O conocer a mi ángel (si lo tengo) ... demasiadas preguntas me hacía cuando llegue a una sala toda iluminada de blanco, no había nada más que una especie de butaca que parecía bastante cómoda, así que me senté en ella. Era una silla de pelo blanco, muy ancha y ligeramente inclinada hacia atrás, sobre una peana de metal reluciente. El tacto del pelo era muy suave y la silla era muy acolchada por lo que se estaba "divinamente". No hacía ni frío ni calor, todo era perfecto cuando empecé a tener sueño. Sería el colmo que me durmiese ahí, menudo impresentable estaría hecho si me viera el jefe supremo en la butaca torrado con la babilla fuera ... no podría entrar peor.
No tuve tiempo de pensar mucho más porque mientras sentía una presencia todo empezó a dar vueltas, empecé a caer mientras un remolino negro me rodeaba, caía y caía hasta que la luz se apagó.
Desperté en mi cama, solo de nuevo, pero mientras miraba el techo recordé la chica de los ojos azules preciosos que había visto en el sueño y entonces supe quien era, hablo todos los días con ella. El sueño fue tan real que hizo que me diera cuenta de que tengo que aprovechar el momento, de vivir la vida, como una segunda oportunidad, como si hubiese vuelto a nacer. Estoy seguro que algún día me quedaré esos ojazos para mí solito.
Tiempo al tiempo ...