Una de esas noches de conversación telefónica con la pelleha aprendí algo la mar de interesante. Resulta que a través de la historia de la humanidad, los hombres y mujeres hemos ido desarrollando aspectos diferentes de nuestro cuerpo, potenciando algunas cualidades más que otras entre sexos.
En la antigüedad, cuando vivíamos todavía en cuevas, la mujer desarolló una vision periférica, es decir, su ángulo de visión es mayor que el del hombre debido a que se encargaba de cuidar a los niños y de proteger la cueva, tenía que controlar en todo momento la situación de cualquier peligro. El hombre, en cambio, al ser el cazador y tener que fijarse en la presa sin perder la concentración desarrolló más una visión más centrada, en forma de tunel.
El tema, amigos mios, es que cuando vais con vuestra pareja por la calle y os ganais un mamporro por mirar donde no debeis (centralizar la visión en un culo femenino ajeno, por ejemplo) seguramente ella ya habrá visto todo macho que os habéis cruzado y no os habeis enterado siquiera. Hasta les habrá puesto puntuación y clasificado en tallas y colores.
Ahora ya sabeís que cuando recibís ese mamoporro, seguramente ella se merezca 10 más.
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