No sé muy bien como empezar ante un título así, ahora me doy cuenta del morbo al leerlo y parece más una técnica de esos programas del corazón sin escrúpulos.
Recuerdo las conversaciones que tenía con mi abuelo, las echo de menos. Siempre me han gustado sus batallitas y mientras él hablaba y hablaba yo escuchaba. Quizá sea eso sumado a mi paciencia lo que hace que sea alguien que sabe escuchar. El tema es que mientras otras personas pensaban "Que coñazo, ya está otra vez contando sus historias" yo disfrutaba cuando me contaba sus experiencias en el servicio militar que al presentarse su nombre no aparecía en ninguna lista y que le cambiaban el apellido siempre.
Recuerdo también que muchas veces me decía que estaba cansado de la vida, me decía que él ya había vivido todo lo que tenia que vivir y no le gustaba el mundo donde estaba. Quería morirse. Me lo decía así de claro, con lágrimas en los ojos, directo.
Yo en aquel entonces no lo entendía, pensaba que era una actitud bastante egoísta, me resultaba duro oirle decir aquello, pero con el paso del tiempo lo fuí entendiendo.
Mi abuelo era de otra época, eran otros tiempos, donde la vida seguía siendo igual de injusta pero no era el disparate en que se ha convertido ahora. Había cosas que no entendía, para él, todo había cambiado para peor, ver las noticias lo alteraban y lo único que le gustaba ver eran los concursos esos de preguntas o adivinar las palabras. Sentía que no encajaba, como cierta persona que conozco, cuando esta en la discoteca, le viene un momento de lucidez y cae en la cuenta de que no le gusta bailar y de repente se ve desde fuera él y el resto, como agua y aceite.
Puedo entender que cuando se llega a cierta edad uno se canse de vivir por varias razones: porque ya no puede hacer las cosas que hacía antes, porque te tienen que ayudar a hacer cosas que tu mente todavía cree que las puede hacer, que estés con dolores de la propia vejez y sea un sufrimiento constante, te hinches a pastillas por diferentes dolencias, se te vaya la cabeza ... o por que no encajes en esta vida. Puedo entenderlo porque a veces me canso de ella también, porque siento que tampoco encajo aquí.
Ojalá exista otra vida y pueda sentarme a su lado en el sillón y poder escuchar sus historias de nuevo. Me gustaría poder abrazarle y decirle que le echo de menos y a sus batallitas también, decirle que por fin le entendí y que, en su lugar, también me hubiera comido la morcilla que le durmió para siempre.
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