viernes, 3 de agosto de 2012

Sueños (V): El visitante incierto



Era una noche fría, a finales de verano pero el tiempo ya refrescaba por la noche, la luna iluminaba toda la casa, el jardín y la piscina. La casa tenía el porche con unas escaleras de madera, un enorme jardín con árboles por todo el perímetro que tapaban la visión del exterior. Apartados había un columpio y un pequeño tobogán amarillo, ambas cosas oxidadas y con aspecto de no haber sido usado en mucho tiempo. Del porche salía un camino de tablas de madera que llevaba más abajo al embarcadero, donde se podía distinguir una caseta y al lado una lancha tapada con una lona.
El interior de la casa era toda de madera, desde la puerta de la entrada bajaban unas escaleras que daban a un recibidor decorado con cuadros de época, otras escaleras subían hacia los dormitorios y un baño. Todavía quedaría otro nivel superior, el típico que se accede con una escalera de mano y destinado como un trastero polvoriento que no se visita muy a menudo.
Pasado el recibidor estaba el pasillo que tenía dos habitaciones en cada lado y desembocaba en un amplio comedor con cocina americana. Todo estaba decorado de telarañas de mentira, globos y velitas que le daba a toda la casa un aura tétrica, de película mala de terror.
Éramos seis personas, tres chicos y tres chicas, que estábamos cenando en una mesa redonda pechugas de pollo a la miel, una ensalada y patatas con alioli al horno. Cocacola y lambrusco tinto para beber y de postre alguien hizo un bizcocho de chocolate y fresa y lo acompañábamos de helado de vainilla y almendra.
Al terminar de comer se encargaron de poner música animada mientras preparábamos la bebida y despejábamos el comedor para poner la pista de baile.
A las dos horas el alcohol ya estaba presente en todos y el ambiente estaba ya bastante caldeado. Giré la cabeza mientras me metían la lengua en la boca y pude ver que una pareja estaba subiendo las escaleras hacia dormitorio y la otra estaba enroscada en un sillón mientras una mano se perdía por debajo de unas braguitas blancas con topitos negros.
Yo me encontraba en el sofá, ligeramente tumbado, la chica con la que estaba se incorporó, se arrodilló en la esquina del sofá y me hizo un gesto para que me pusiera allí mismo, en la esquinita.
Hacía tiempo que me estaba meando, pero empezaba a ser algo serio por lo que me levanté y fui gateando hasta ella. Le aparté el negro y largo pelo del cuello y le mordí suavemente, ella se estremeció y me enseñó el brazo con los pelos de punta, me fijé que se le notaban los pezones a través de la camiseta. Fui subiendo hasta la oreja, le pasé la lengua húmeda por el borde, le chupé el lóbulo y le susurré: "Ahora vengo, no te vayas...". Me levanté y ella se mordió el labio inferior mientras me mataba con la mirada, le hice un gesto de "es completamente necesario" y di la vuelta hacia las escaleras. Cuando pasé por al lado de la pareja del sofá las braguitas de topitos estaban ya en el suelo y la cabeza del chaval estaba hundida entre las piernas de ella, ninguno de los dos se dio cuenta. 
Subí las escaleras dando tumbos y logré entrar en el cuarto de baño, cerré la puerta con el pestillo, me bajé los pantalones y me senté en el váter. Tuve que esperar a que se me bajara el "hinchazón" para no ponerme perdido pero los gemidos y golpes en la pared de al lado no ayudaban mucho.
De repente escuché un fuerte silbido agudo que me hizo taparme los oídos, sentía que me iban a estallar cuando me caí al suelo y perdí el conocimiento.
- Silencio -
No sé cuanto rato estuve inconsciente pero no había ruidos, no se escuchaban golpes en la pared ni tampoco sonaba música abajo. Enseguida se oyeron unos pasos, alguien estaba subiendo las escaleras, pero sonaba como si el que viniera estuviera descalzo y arrastrara los pies. La luz del pasillo estaba encendida y vi por debajo de la puerta como las sombras de los pies se paraban justo delante. Noté una respiración extraña al otro lado, un silbido suave que me puso los pelos de punta. La luz se apagó y me quedé a oscuras, mirando el resplandor de debajo de la puerta. Me levanté del suelo, me subí los pantalones y fui retrocediendo a tientas hasta la bañera.
Se oyó un gran estruendo, la puerta tembló y pequeños trozos de madera cayeron al suelo: estaban golpeando la puerta. Otro golpe y otro. Con cada golpe iba entrando más luz formando como barrotes luminosos. Se apagó la luz del pasillo y me quedé a oscuras de nuevo. Me acordé del móvil, lo saqué pero no se encendía, juraría que estaba con bastante batería. Esperé unos veinte minutos sentado en el suelo cuando escuché un ruido afuera, que debía de provenir del jardín y de repente todo se iluminó de una luz blanca cegadora, me tapé los ojos y volví a escuchar ese silbido agudo. Por suerte no fue tan fuerte como para dejarme en el suelo otra vez pero estaba aturdido, me pitaban los oídos.
Estuve esperando una hora y me decidí a salir. El móvil ya funcionaba, miré la hora y marcaba las 4:28am, pero seguía sin tener cobertura. Me levanté sin hacer ruido y retiré el pestillo que colgaba ya de dos tornillos, abrí la puerta y salí al pasillo. Estaban las luces encendidas y abajo se escuchaba muy floja la música, las paredes estaban manchadas de sangre y un reguero rojo bajaba por las escaleras.
Bajé despacio hasta el vestíbulo, todo estaba teñido de rojo, como si alguien hubiera puesto un aspersor sangriento, vi que las llaves del coche seguían colgadas al lado de la puerta en un curioso marco con un dibujo de un barco pirata. Cogí las llaves y miré silenciosamente por las habitaciones y el comedor sin encontrar a nadie. Era todo una escena dantesca el pasear por la casa y no ver más que sangre sin encontrar a nadie. Abrí la puerta y salí al exterior donde todo estaba en calma, demasiado. No se escuchaban los grillos, ni pájaros, ni ningún tipo de ruido nocturno, era un silencio sordo y anormal.
Fui corriendo al coche pero antes de llegar una luz blanca me paralizó los músculos, me quedé quieto, no podía respirar y era tan fuerte que no podía abrir los ojos. Algo me tocó la espalda, logré girar la cabeza y por el rabillo del ojo vi dos enormes ojos negros.
La luz se apagó mientras caía al suelo notando como se me abría la espalda y empecé a notar un fuerte dolor agudo cuando todo se volvió negro.

Me desperté sudando en la cama y ella se dio cuenta, me apretó la mano y me giré para abrazarla. No entiendo el significado del sueño, no sé si lo tendrá pero me volví a dormir de nuevo y no me desperté hasta que un beso dulce se fue a estrellar en mi boca y fue el mejor despertar de mi vida.

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