miércoles, 20 de junio de 2012

Sueños (III): El paseo


Fuimos hasta el parque, iba con la mano en tu nuca, dándote pequeños masajes con los dedos, eso te encantaba. Llevabas una coleta alta que te dejaba visible el cuello, tu pelo enmarañado tenia un color más oscuro en la raíz, necesitabas urgentemente unas mechas pero a mí me encantaba. Ibas con una camiseta blanca, con una molesta cremallera amarilla detrás que se abría unos 10 centímetros; unos pantalones azules de esos cortos sin piernas, no sé como se llaman ese tipo de pantalones; y unas chanclas baratas de color negro.
Entramos en la explanada buscando algún lugar apartado y sin sombra, seguimos un camino de piedras hasta que nos cansamos de andar y encontramos un hueco a la medio sombra con una roca que nos haría de respaldo. Extendiste las toallas de la playa, el suelo estaba lleno de hojas de pino y piedrecitas, pero te quedó bastante cómodo. Nos sentamos en el suelo y sacamos la ensalada que preparé media hora antes; le puse lechuga, col lombarda, queso, trocitos de jamon serrano, aceitunas, maíz y tomate. También le eché bálsamo de vinagre de módena, le daba un gusto acido-dulce muy logrado.
Comimos mientras hablamos de nuestras cosas, unas más alegres que otras, nos pusimos al día de todo: trabajo, familia ... menos de amor, ninguno de los dos estaba preparado para eso. 
Te dije: "lo que no hemos hecho antes de novios, lo hacemos ahora de amigos" y te echaste a llorar como si hubiera sido yo quien te dejó hace un año y algo atrás. Enseguida te di un abrazo sabiendo que lo curan todo y al rato seguiste comiendo.
Al terminar te tumbaste y te tapaste los ojos con el brazo protegiéndote del sol, era un día nublado pero había bastante claridad, hacía bochorno y demasiada humedad. Te toqué el pelo y me dijiste que te dormirías, así que no paré hasta que oí tu fuerte respiración. Me quedé embobado mirándote la cara, como había hecho muchas veces tiempo atrás, mi dulce carita de ángel. Me entraron ganas de besarte, probar otra vez el sabor de tu boca, pero no sería justo para nadie así que seguí mirándote hasta que abristes un ojo y sonreíste.
Me despertó la alarma del movil, hacía tiempo que no lo hacía, siempre me levantaba antes, apagué la alarma. Me quedé mirando al techo un rato, sorprendido de que mi corazón estuviera latiendo. Ya no estaba roto. Era la primera vez que lo oía desde hace mucho tiempo. Ya estaba curado porque cuando abrí los ojos pensé en otra chica. 

Otra chica, que me lo volverá a romper en breve de nuevo.

1 comentario:

  1. Es precioso, quitando la ultima linea. No todo esta dicho, nunca nada esta dicho!

    ResponderEliminar