miércoles, 3 de octubre de 2012

CrossOver (1/2) : El extraño


Preparé una riquísima paella ciega, estaba en la cocina cogiendo los cubiertos para llevar a la mesa. Fui a despertarla, estaba desnuda en el sofá, se quedó dormida después del arrebato de pasión de por la mañana, quería sorprenderla. Le di un beso y se estiró perezosa, su pelo rubio ondulado le bajaba por la espalda pecosa haciendo tirabuzones. Le di un mordisquito en el culo y le dije que se vistiera, que la comida ya estaba lista. Mientras hacía los platos vino por detrás y me dio un abrazo, era deliciosa cuando estaba mimosa; normalmente siempre lo estaba cuando acababa de despertarse, esos abrazos eran lo que más me llenaba y no lo cambiaba por nada del mundo.
Nos sentamos en la mesa y ella puso "Los Simpsons", no se cansaba de verlos. Era una de esas series que si las veo me entretiene pero prefería ver otra cosa, alguna peli o serie que me bajaba de Internet.
De repente a ella le cambió la cara y se le cayó el tenedor al suelo, sus ojos azules se abrieron como platos mientras se iba hacia atrás en la silla; parecía que había visto un fantasma.
Me giré y vi a un hombre apoyado en el marco de la puerta del comedor que nos estaba mirando, su cara me resultaba extrañamente familiar. Era un tipo de unos cuarenta y pico años, pelo oscuro y ojos marrones, con barba de un par de días. Iba con una vieja camiseta roja con el texto "Madrid 2020" en blanco; llevaba unos vaqueros raros ... eran dos bandas de tonos de azul uno más oscuro que el otro y caían hacia abajo haciendo una espiral; y unos zapatos rojos con los cordones blancos. 
Me levanté como un rayo y antes que pudiera decir algo me abalancé sobre él. Quería sacarlo de casa, no me dio buena espina. Cuando lo enganché del cuello de la camisa hizo un movimiento extraño y algo pasó, porque de repente estaba volando y fui a estrellarme contra la pared del recibidor. Me di un fuerte golpe en la cabeza con el suelo y por un momento se apagó todo. Mis piernas quedaron por encima de mi cabeza. El tipo se acercó y me miró. Pude verlo al revés unos segundos, se parecía mucho a mi padre, quizá un hermano suyo, pero no tenía ninguno que yo supiera. Estiré el brazo hacia él mientras todo iba oscureciendo, vi como sonreía y se giraba hacia ella, que le saltó encima gritándole. Y perdí el conocimiento.
Cuando desperté estaba tumbado en el sofá, ella me miraba con los ojos enrojecidos y una sonrisa. Me di un buen golpe, me toqué la cabeza y me manché un poco los dedos de sangre. Estaba tan desorientado que no entendía nada y el mundo me daba vueltas. Me dijo que no podía contarme nada de lo que había pasado, que estaba todo bien y que confiara en ella. Intenté sacárselo por todos los medios, incluso me enfadé, pero lo único que conseguí fue que me besara con una sonrisa y un <<Era un amigo nuestro, es lo único que te puedo decir. Confía en mí, por favor.>> 
Decidí dejarlo pasar por un tiempo, pero desde aquel episodio me di cuenta que en ocasiones ella estaba mucho más cariñosa, más tierna. Cuando me miraba sus ojos tenían un precioso brillo especial y lo acompañaba con una amplia sonrisa. Ya no se enfadaba tanto como antes y discutíamos menos por tonterías.
Nunca quiso decirme que pasó esa sobremesa donde volé dos metros empotrándome contra la pared. 

Yo que siempre desconfié de las mujeres ... <<Confía en mi>>
Eso fue lo que hice y no volví a sacar el tema.

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