martes, 4 de septiembre de 2012

Una despedida cualquiera


- Hola.
- Hola, cuánto tiempo, como estás?
- Bien y tú?
- Muy bien ...
- Oye, quiero pedirte perdón.
- No tienes porqué hacerlo, es lo que decidiste y lo respeto.
- Si, tengo que hacerlo, siento haberte hecho daño.
- Es inevitable hacer daño a alguien cuando existen sentimientos. No te preocupes, he aprendido a olvidarte, aunque cuando te recuerdo me pega como un pellizco en el corazón. Pero ya casi no siento nada. Me lo pusiste fácil dejándome de hablar.
- Lo siento, era la única forma que tenía de desengancharme de tí.
- ¿Quieres olvidarme?
- No lo sé ... yo no sé lo que quiero.
- Ya, no es la primera vez que lo oigo, veo que es muy común hoy en día que la gente no sepa lo que quiere. No lo entiendo.
- No lo entiendo ni yo, fue todo demasiado rápido y quizás me agobié.
- No me entendiste, pero eso ahora ya da igual. Solo necesito saber si fue real, que tú también lo sentiste y que no estoy loco.
- Claro que fue real, fue algo especial y lo sentí igual que tú.
- A veces, la vida es tan bonita que parece de verdad.
- No se que decir.
- ¿Querías volar conmigo?
- No lo sé, sigo hecha un lío.
- Lo que hace el olvido no es la distancia, si no el tiempo.
- No quiero olvidarte.
- Ya lo has hecho.
- ...
- Gracias por hacerme ver que, aunque tardemos en encontrarlo, siempre tendremos un camino por el que avanzar.
- Hasta siempre.

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